martes, julio 31, 2007

La saga del verano

Aquí en Gabachalandia, hay una tradición televisual que se inauguró hace unos 15 años. “Pero”, dirán algunos, “¿cómo sabes tú de los programas de tele cuando siempre presumes de no tener ninguna en casa?”. Pues, porque hace sólo 4 años, que tiramos este instrumento del diablo a la basura, antes me comía toda la mierda mediática, incluso en versión española, cuando residíamos al otro lado del Pirineo. Total que esta tradición es la de “la saga del verano” en la primera. Cada miércoles (o jueves, depende de los años), la Francia popular (la que tiene “el cerebro libre para vender a Coca-Cola” como comentó el ex presidente de la dicha cadena hace un par de años) comunia delante del nuevo episodio de la historia del verano. Por supuesto cambia la historia cada año, pero los ingredientes del éxito siempre son los mismos: ocurre en algún rincón rural y más o menos hermoso de Francia (porque son las vacaciones, entonces hay que promocionar el turismo, y también hacer que los “campesinos” no se sienten olvidados por la fuente creativa parisina), con protagonistas de todas las edades (para que todos los espectadores se reconozcan), con una par de jóvenes guapos que acaban follando (para interesar a los hombres solteros, o cuya mujer y descendencia están en la playa mientras ellos se queda currando en la ciudad) y casándose (para interesar a las mujeres solteras, o que están solas en la playa con sus niños mientras el marido se ha quedado currando en la ciudad), con al menos un crimen o una desaparición, con un componente paranormal vinculado a la región donde se desarrollan los acontecimientos (porque también es beneficioso para el turismo: ritos de druidas en las piedras célticas de Bretaña, la Bestia de Gevaudan en Ardèche, los hombres-lobos en las Landas, la brujería en el Berry…) o cualquier otro tema paranormal si este año le toca a una región sin tradición correspondiente (pueden ser los extraterrestres por ejemplo), y sobre todo con secretos de familia tremendos de dinero y de amor.

Según he leído en el periódico, este año le toca a Normandia y el tema paranormal es él de los “crop circles” relacionado con los extraterrestres.

Pero este año, no necesitamos tener la tele para seguir nuestra propia versión de la saga del verano: tenemos a nuestros amigos. Menos el tema paranormal, casi todos los ingredientes están.

Este fin de, sobre todo, ha sido interesante. Vassilis, que todavía no ha salido del armario, presentó a dos amigas griegas suyas que intentan más o menos ligarlo desde hace años (o como mínimo intentan saber algo más de su vida sentimental) a Anastasia, mi compañera griega, como si fuera su novia. Lo interesante es que estas chicas conocen muy bien a los padres de Vassilis, y vuelven a Atenas en agosto, con lo que hay 100% de probabilidad que los padres se enteren de que Vassilis tiene novia. Lo divertido además es que vamos juntos (Robin y yo, Vassilis, Anastasia, Sophie y Michel el novio de Anastasia) a Grecia en septiembre y que el día en que llegamos, cenamos en casa de los padres de Vassilis. ¿Tendrán que seguir fingiendo? ¿Cómo se lo tomará Michel? ¿Intentarán los padres de Vassilis una boda sorpresa?..

martes, julio 17, 2007

BCN

¡Increíble acabo de encontrar la imagen que representa perfectamente para mi el espiritu de Barcelona!





Agitados pero guapos

Una nueva moda ha invadido París. La noté por primera vez durante las rebajas del invierno pasado, porque las temporadas de rebajas son más o menos las únicas oportunidades que nos lleven a pasear por la rue de Rivoli, en pleno centro de París, donde las tiendas de ropa se siguen las unas a las otras sobre más de 2 kilómetros.

Al salir de ya no sé qué tienda (sí, sé cuál era: C&A, pero suena demasiado cutre entonces prefiero decir que no me acuerdo), reparé en un grupo de jovencitos con looks increíbles de aprendices de modelos de D&G, Gucci, Armani, Boss… todo esto a la vez, y con cortes de pelo que eran un verdadero desafío a la gravitación (o un argumento mazo para invertir masivamente en las empresas productoras de gel capilar). Pantalones slim fit, zapatos de chupame-la-punta, camisetas de marca empujadas un poco hacía arriba para poder enseñar (de manera no muy sutil) el logo del cinturón D&G, y gafas de sol forma “ojos de mosca”.

Y todos bailando un baile que nunca había visto. Un baile muy agitado con sacudidas y movimientos de voguing. Algo entre ridículo y fascinante. Algo tremendamente energético. Algo que nos dejó perplejos.

Y con los meses que pasan, cada vez más veo jovencitos de estos, en la calle, en el metro, sacudiéndose de esta manera rara 30 segundos, luego le toca a otro… Siempre muy jóvenes, la mayoría de las veces peligrosamente delgados, y sin embargo curiosamente guapos.

Finalmente, gracias al todopoderoso Google, he encontrado la clave del misterio: se trata de la Tektonik. Una moda nacida de la importación de un estilo musical belga en la más grande discoteca de la región parisina: el Metropolis (en una zona de macarras, en las afueras). Hay un artículo sobre el tema aquí. Es en francés, pero hay 2 videos abajo del todo para ilustrar el fenómeno.

¿Ha llegado a España?

miércoles, julio 11, 2007

Fin de semana belga, une fois !

Pasamos el fin de con Lalo y Jens en Bruselas. La idea nos salió por que sí, la semana pasada, y porque encontramos una oferta de la SNCF de ida y vuelta en Thalys (el tren de alta velocidad del norte de Europa) y 2 noches en hotel de 5 estrellas por 200€ por persona. Entonces decidimos ir a pasar un fin de semana de famosos allí y hacernos las divinas en el país de los mejillones con patatas fritas, del viernes por la noche al domingo por la noche.

Escogimos el hotel Métropole, que está en pleno centro y sobre todo, que está a 20 metros del Mariconlandia local. Es un antiguo palacio del siglo 19, muy fastuoso, salido de una peli de Sissi emperatriz, un poco en plan pastel de boda. Pero ya he visto habitaciones más guay en otros hoteles de este estanding. En fin, no vamos a quejarnos, ya que al llegar, la dependiente nos dijo que como el hotel estaba bastante vacío durante el fin de, nos daba una habitación de lujo en vez de la que habíamos reservado. No sé por qué a nosotros y no a Lalo y Jens, que tuvieron una habitación normal… “De lujo” significa: con un cuarto de baño más grande, y sobre todo con una cama enorme, ¡con 3 almohadas y puestas! (nos preguntamos si el room service incluía proporcionar un chico belga para rellenar este espacio de sobra… pero parece que no).

Me encantó ir a tomar el aperitivo, los 4, en el lounge del hotel, tomando champañ por supuesto! Lo divertido es que a unos metros, había una pareja de ancianos, pero tipo ancianos forrados con clase, y la mujer bastante impresionante que nos miraba mucho. En un momento, Robin me comentó que a veces se hacía pelis sobre la gente así, y que por ejemplo en el caso de los ancianos, se imaginaba que tal vez, en su juventud hacían intercambios de parejas, o tríos, o cosas del estilo con gente que encontraban en sitios lujosos como este, y que ahora que eran viejos, tal vez no conseguían hacerse con la idea que esta época había terminado. Cinco minutos después, los ancianos pusieron sus abrigos y, en el camino para salir, la anciana se acercó a mí con mucha clase, me puso una mano en el hombro y me dijo en voz muy baja (y muy ronca) “Usted es un pedazo de buenorro” (en francés) y se fue, con mucha clase. Nos quedamos flipando que Robin acertara tanto. Y la verdad es que me sentí muy halagado.

Luego el fin de fue una sucesión de cenar bien y mucho (especialmente el sábado en un restaurante medio chic donde comimos un chataubriand, que es una cantidad excesiva de filete de buey poco asada y servida con nata y pimienta verde), probar cervezas (varios litros de Maes, la cerveza local, el viernes, pero no conseguí digerirla bien y me quedé con la sensación de haber ingerido piedras; y a partir del sábado litros y litros de Kriek, una cerveza con cerezas maceradas, es demasiado buena, es una droga sumamente adictiva!) y gastar demasiado dinero en zapatos y ropa en las rebajas. A notar: con Lalo hicimos una pausa en el peluquero. Me encantó ver la cara de Lalo mientras le cortaban el pelo, tenía pinta de “te voy a matar ya”, aunque al final el resultado no era nada mal. Y yo encantado porque el jovencito que me cortó el pelo es el primero que encuentro que sepa gestionar el pelo largo de un chico. Ni en París ni en Madrid había encontrado tal joya. A ver si la próxima vez que necesito un buen corte, nos cogemos el tren a Bruselas otra vez…

El viernes y el sábado por la noche hicimos debidamente la ruta de los locales de ambiente. Son mucho más divertidos y relajados que en París, aunque como en todo el mundo, está sobre todo lleno de locas que creen que están actuando en una peli de Marlene Dietrich. Una nota especial para el bar de karaoke gay, en que pudimos oír los barridos más lamentables de la historia del karaoke. Otra nota especial para un bar que se llama el Boys Boudoir (¡qué originalidad!), con tíos bastante buenos y uno muy bueno (un mi amorz, como dice Lalo) que intentaba interesarse en Robin y yo, cuando las drogas que había manifiestamente tomadas antes de venir, le dejaban la oportunidad. Pero al final decidimos que no iba a pegar con el hotel, si volvíamos con él y vomitaba en la cama “de lujo”. Así que salimos a tomar las últimas copas fuera. Porque hay que decir que hizo un tiempo estupendo, de verano como Dios manda, y no de noviembre como hace aquí desde el mes de mayo.

Pero lo mejor fue la vuelta, en el tren. Ya habíamos tomado algunas cervezas durante la tarde. Y en el coche-bar del tren, no sé si por buena onda u otra cosa, hicimos migas con la camarera que nos propuso todas las cervezas belgas a 2€! Le compramos todas: 4 Duwel, 4 Brasseuses, y 4 Leffe negras, todas entre 6 y 10 grados de alcohol, y sólo teníamos un trayecto de 1 hora… Acabamos completamente borrachos, soltando tonterías más gordas. Conseguimos animar a nuestros vecinos que, a pesar de su apariencia de macarras (naquitas), eran gays, una pareja con un negro y un blanco, acompañados por la madre del negro. Cuando llegamos a París, la mitad del coche se reía con (de?) nosotros, y la otra mitad nos odiaba directamente. Para no acabar demasiado abruptamente, decidimos seguir, aprovechando la hora feliz en Mariconlandia, con algunas cervezas más. Acabamos fritos.

Conclusión: la próxima vez, cambiamos de hotel y bajamos al Sheraton :-)

martes, julio 03, 2007

Feliz día de todos los santos

Es que con el tiempo que hace desde hace una semana, casi nos creemos en noviembre, aquí en la ciudad luz. Llueve a cantaros y la temperatura apenas supera los 15 grados. Yo ya me imaginaba que con el calentamiento global íbamos a tener palmeras en los campos elíseos y tomar mojitos en vez de cervezas en los bares parisinos. Pero no, las leyes caóticas de la meteorología han decidido hacer arder Grecia y congelar Francia. ¡Poca suerte!

Menos mal que no llovió durante el desfile del Orgullo. Lo atendimos en plena forma, después de habernos entrenado en una fiesta el viernes, una de estas fiestas típicas de heteros treintañeros: mucho alcoholo, muchos porros y mucha chica más o menos soltera que intenta jugar con un medio novio y dos medios ex novios a la vez, sin contar a los amigos maricones (nosotros) que tocatea todo el rato, para conseguir un grado de confusión optimo. Yo digo que las chicas, siempre quieren tenerlo todo sin decidirse claramente para nada, entonces que no nos vengan con que no tienen ni marido ni niños a los 35 luego…

El desfile lo hicimos con “el nene” (Christophe) que nos soltaba reflexiones muy sabias como: “Si a los maricones les gustan los hombres, ¿por qué hay sólo locas aquí?” o “¡Pero los bears no son gordos!”. ¡Jajaja, qué encanto de niño! Luego nos reunimos con Lalo y Jens, y unas 2 o 3 cervezas luego con Lucía y su novio, con Sophie y Anastasia, para cenar en “el chino que pica” (este restaurante que encontramos hace meses, de la región de Sichuan, donde la especialidad es el chile…), y luego otra vez en el Marais, a empaparnos con bebidas alcohólicas varias y bailando en los bares hasta las tantas.

El domingo hicimos fiesta de remate en casa de Sophie, pero fue otra vez el mismo tipo de fiesta que el viernes, con mucho coqueteo de las chicas con demasiados hombres según mi gusto. Ambiente tenso y pesado… Menos mal que estaba Vassilis con nosotros.

Disgustado por tanto jugueteo heterosexual (no, es broma, pero bueno…) acabamos de decidir ir de fin de con Lalo y Jens, un fin de con clase, un fin de divino: vamos del viernes al domingo al Sheraton de Bruselas. Allí no habrá chicas que intenten meternos en sus líos ni que pongamos nuestras cabezas en su pecho. Allí sólo habrá maricones y muchísimo alcohol. Una cierta idea de la pureza ;-)