lunes, enero 15, 2007

Dieta sana

A nivel astrológico, el planeta mayor de nuestra pareja entró en la casa de la vaca, el fin de pasado. O del pollo industrial. O de la oca que crían para hacer foie. Fue un fin de bajo el signo de la comida y de la bebida. ¡El verdadero cuerno de abundancia!

El viernes hubo la cena en casa de esta pareja de gigantes, que hace varias semanas que nos preguntamos si no tienen algunas “ideas” a nuestro respecto. Pero es un poco difícil seguirles la corriente porque como es una pareja “joven” y que siempre han sido bastante moscas muertas (en el sentido mejicano), parece que ahora quisieran volverse moscas muertas (en el sentido español) pero no saben, tienen dudas, se lanzan al agua y hacen alusiones pesadas, y luego se echan por atrás y hacen como si nada. Como nosotros somos ahora ancianos y tenemos miedo a marearnos, los dejamos hacer su gymkhana sin inmutarnos ni pestañar, y esperaremos que se decidan o que nos cansemos.

Cuando nos invitaron, la semana pasada, precisaron (con mucha insistencia) que como viven en las afueras, podíamos quedarnos a dormir en su casa si se nos suponía un problema volver a casa después de la hora límite del metro. Sinceramente habría que boicotar a la gente del extrarradio… Pero bueno, valía la pena contemplar la vista que tienen desde su casa: por un lado (en la cocina) tienes toda La Défense con las torres iluminadas (de hecho, viven a las orillas del Sena, justo al lado de La Défense), y del otro lado (en el comedor) hay el Sena, la torre Eiffel y detrás la torre Montparnasse. Es bastante impresionante. Pero está en las afueras, entonces decreto que muy de mal gusto, jeje. Nos emborracharon con whisky añero y bourbon de Kentucky, y nosotros habíamos traído botellas de vino californiano que era casi un licor. Uno de los dos pasó toda la cena haciendo alusiones finísimas, como que el plato era un poco seco y que iba a echar nata en mi plato, luego que tenía yo una gota de nata en la boca y si me había gustado, etc. ¡Finísimo! Después de la cena, bien borrachos, nos tocó probar la Wii, juego de tennis y Rayman contra los conejos mutantes (muy divertido, realmente, aunque difícil de manejar con tanto alcohol en la sangre), y se veía el tío como muy entusiasta y luego el otro nos hizo el plan “estoy borracho y me duermo en el sofa”. Supongo que habíamos llegado al límite de lo que se atrevían a hacer por una primera vez. Así que volvimos a casa, gracias a un simpatiquísimo taxista que conseguimos encontrar después de 40 minutos dando círculos en este suburbio de mierda (¿ya os dije que no me gustan las afueras?)

El sábado a mediodía, hubo kung-fu, con el profe de vuelta de China, con nuevas técnicas muy interesantes, pero sobre todo con una forma tremenda y bien decidido a que nosotros recuperáramos de los excesos del fin de año. ¡Nos agotó! Pero nos encantó también, somos masoquistas, ¿qué le vamos a hacer?

El sábado noche, cena romántica en el restaurante chino del cual ya hablé en el post pasado, él de la macro sopa. Pues esta vez decidimos imitar a una pareja de chinos a nuestro lado y pedir más o menos la misma cosa. Nos explicaron que el restaurante hace cocina de Sichuan. Nos sonaba el nombre… pero ¿a qué? Cuando probamos los platos, nos acordamos bien rápido: ¡la especialidad de Sichuan es la pimienta! Todo era riquísimo pero el resultado era como echar fuego por la boca… En cantidades impresionantes: montañas de lava ardiendo en nuestros platos, bocas, esófagos y estómagos… Vuelta a casa para beber leche y apagar el fuego (bueno, otro tipo de fuego despertó también, pero como ya dije, la velada era romántica).

El domingo a mediodía, quedamos para comer con una ex compañera de trabajo. En el barrio chino. A comer vietnamita. También otro restaurante muy recomendable, también cantidades de comida muy poco razonables pero deliciosas. Y a continuación nos hundimos en los hipermercados chinos de la zona, en un frenesí de compras de productos más exóticos e inquietantes los unos que los otros.

Para acabar, anoche hicimos una cena en casa (con los productos comprados durante la tarde), para Vassilis y las Chicas, una pareja bollera que conocimos hace unos meses en el Marais. Me encantan porque son bastante locas y beben como camioneros. El ron y el tinto australiano fluyeron sin cesar y acabamos llorando de risa mirando episodios de “Le coeur a ses raisons”, una parodia de soap opera canadiense.

Creo que hoy, vamos a cenar coca-cola light e ir a correr… jejeje

5 comentarios, opiniones, y cotilleo:

A 15/1/07 14:45 , Blogger Niño Voltio dijo...

Mucho Kung-fu, mucho kung-fu, pero luego os poneis cerdos a comida y alcohol! Claro que sí guapísimos, la riqueza está en el contraste.
No comparto tu opinión respecto a los suburbios. Nazi! Pero no me lo tengas muy en cuenta, porque como yo me crié en un suburbio de provincia española...

 
A 15/1/07 15:32 , Blogger Troy dijo...

Pasaré por el Marais este findesemana... a ver si es verdad todo lo que decís!

 
A 15/1/07 15:40 , Blogger Vinou dijo...

Fer: yo también me crié en un suburbio, por eso los odio tanto :-)

Troy: el Marais es como el pueblo de los pitufos, si no tienes a uno para guíarte, no encuentras nada! Si nos avisas con antelación, puede ser que el sábado estemos por allí con el clone de Rani...

 
A 16/1/07 09:18 , Blogger DeCa dijo...

QUISIERA DECIR que mi clon solo tiene un gesto con la cabeza que se aprece a mi!

yata

ummmm, mejicanos, decis? ummmm

 
A 16/1/07 10:31 , Blogger Troy dijo...

Rana que te pierdes...

Vinou; si voy a pitufar no te preocupes que os aviso!

 

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