jueves, octubre 05, 2006

El payaso y el ministro

Vale, puesto que un largo público se pone a reclamar unánimemente que cuente mis aventuras ministeriales del fin de (gracias mi amor, por delatarme tan descaradamente), y como soy un poco exhibicionista con mi vida privada y que no me corto un huevo, aquí tenéis el cuento.

El domingo pasado, nuestro club de kung-fu participó en un evento deportivo aquí en París. Sabíamos por Nal, el profe, desde el verano que teníamos que hace “una demostración” en octubre. Los detalles exactos se concretizaron sólo unos días antes de la fecha. Participamos en algo que se llama “Famillathlon”, algo un poco de derechas para fomentar la práctica de los deportes en las familias (leer: las familias blancas con pasta y católicas de los barrios pijos de París). ¿Por qué nos inscribió Nal (srilankés, negro, budista) a tal cosa? Para hacer conocer el club…

Primero hay que saber que hacer una demo en público es un ejercicio difícil, y que hay que preparar muy bien y durante bastante tiempo, sobre todo cuando involucra a muchos principiantes (tal es el caso de nuestro club, que no somos tantos con muchos años de práctica), si no, resulta ridículo. Y en este caso, la configuración era fatal puesto que la fecha de la demo era menos de un mes después de la primera clase del año. Hasta Robin y yo, estando de vacaciones la primera mitad de septiembre, tuvimos menos de 2 semanas para volver a ponernos en forma y repasar las técnicas…

Bueno. El domingo pasado, nos encontramos donde había que estar: en el Champ de Mars, que es el parque debajo de la Torre Eiffel, a las 11. Después de saludarnos y comentar lo poco preparado que nos sentíamos, nos pusimos el traje y empezamos a calentar en una zona de hierba un poco al lado. Al cabo de 5 minutos llega un mujer regordeta y completamente histérica gritando “¡Llega el ministro con los periodistas! ¡Enseñadle algo!”.

¡Joder! Y efectivamente llega un hombre bien gordo rodeado de tipos con cámara de tele. (Después nos enteramos que era el ministro “de la juventud y de los deportes”, un tal Sr. Lamour - ¡qué apellido! – ex campeón de esgrima ahora campeón de tragar cerveza y zampar comidas fuertes.) ¡Y la mitad de los alumnos, en un súbito golpe de timidez, deciden ir a esconderse detrás de los arbustos!!! Y Nal, se gira hacía mí y suelta “Pues, ¡haced algo!”.

Entonces, no me desmonté y empecé a hacer series de patadas, andando frente al ministro: una patada, un paso, otra patada, un paso, y… la hierba estaba húmeda, y justo cuando lanzo la pata con mucho vigor para una patada muy alta, arriba de la cabeza, siento como un deslizo sospechoso debajo del otro pie que se queda al suelo. Y la siguiente cosa, oigo “¡bam!” y el aire es expulsada de mis pulmones, y estoy muy llanamente tendido en el suelo, boca arriba. Un segundo de incredulidad pasa. Y me levanto, y como si no hubiera pasado nada, sigo con mi serie de patadas: una patada, un paso, una patada, un paso…

Luego, los demás del club (que, animado por mi ejemplo, se habían finalmente decidido a enseñar cosas), vinieron a decirme que qué cojones tenía. Pues de cojones no sé, sólo me fije en que la patada que me hizo caer fue la más alta que conseguí dar jamás. Y también me acordé que una vez, dejé un comentario a Tabris para decirle que cuando uno se cae, sea donde sea, tiene que aparentar que lo ha hecho adrede, porque así le apetecía en este momento. Pues así hice.

A parte de esto, la demo fue mejor que lo que me esperaba. En el bloque “artes chinos” pasamos 3 clubs. Primero, el equipo de Francia. No me impresionó mucho, ¿tal vez habían enviado a los de reserva? Hasta hubo uno que se cayó, pero él durante su demo y delante del público… Luego un club de tai-chi chuan, pero estos como casi no se mueven, nunca sabes si lo hacen bien o mal. Y luego nosotros y pues, no lo hicimos nada mal. Aunque en un momento con Robin nos equivocamos (además éramos los 2 únicos en el escenario en este momento) pero conseguimos hacer como si fuera una técnica que controlábamos completamente. Sólo los de nuestro club se dieron cuenta.

Entonces esta es mi historia con el ministro. Esta semana, he pasado tiempo buscando en los periódicos locales si había un foto conmigo una pata arriba y cayéndome, pero no encontré ninguna… No importa, mi leyenda en el club se ha enriquecido :-)

5 comentarios, opiniones, y cotilleo:

A 5/10/06 16:00 , Blogger Fer dijo...

Jajaja!! Me encanto la anecdota y en especial que hayas hecho lo mismo que me aconsejaste: dignidad ante todo!!

Te cuento que hace unos dias pude poner en practica tu consejo: habia llovido y me resbalé (no llegué a caerme), pero recordé tu consejo y segui camiando como si el resbalon lo hubiera hecho a proposito... Yo super digno, jejeje.

 
A 5/10/06 21:52 , Anonymous Anónimo dijo...

Seguro que lo hiciste/hicisteis fenomenal....... Saludos de lectora anónima.

 
A 6/10/06 09:47 , Blogger Vinou dijo...

Tabris: ¡magnífico! creo que debemos perfeccionar y pulir el arte de conservar toda la dignidad al caernos. Espero que otros se apunten a esta nueva discíplina :-)

Lectora anonima: ¡Muchas gracias! ¿Por qué no te creas una cuenta en blogspot (hasta sin asociar ningún blog) y así te quedas un poco menos anonima? O nos envias tu dirección de email?

 
A 6/10/06 23:43 , Blogger Niño Voltio dijo...

¡Claro que sí guapísimo! Que bueno lo de la patada. Yo, siempre que me caigo en público, intento mantener la dignidad. Pero me es francamente imposible. Porque empiezo a descojonarme como un poseso. Y obviamente, uno se da cuenta de que no era premeditado. Eso sí, vergüenza ninguna. Pa chulo, chulo...

 
A 10/10/06 21:56 , Anonymous Anónimo dijo...

jajajajajajaajajajajaja
no puedo parar de reír ;)

 

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