jueves, enero 25, 2007

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Realmente, más conozco a nuestros amigos griegos (Vassilis y ahora Anastasia, una nueva compañera), y más aprendo a valorar su forma de humor, que es particular al principio, y nunca le vees la gracia a lo que te cuentan (a parte del hecho que se están medio muriendo de risa contándote ese chiste que tú al final, no vees de qué se trata). Pero ahora que les estoy pillando el sentido del humor, me engancho! Ah, y también a la musaka de Vassilis, que esta vez fue un éxitazo (y una bomba calórica).

Hablando de bombas calóricas, el martes vinieron a cenar a casa 2 otras compañeras que además son vecinas del barrio, con sus respectivos novios, y entre todos nos traeron una caja de trufas artisanales (chocolate negro solo, con gengibre, con vanilla, con ron, con café...) de la pastelería de al lado de casa. Hace tiempo que me había llamado la atención por lo bonitos y diseño que son los pasteles (y los precios también...) pero parece que son muy sabrosos también. Intento calcular cuántos días de comer yogures light para permitirse un pastel así...

¿Y finalmente a qué venía el título de este post? A que ayer salió en Le Monde un artículo sobre algunos restaurantes madrileños. La versión fancesa está aquí, y para los que necesitan, pongo la (mi) traducción al español a continuación. Me gustó mucho la manera que tienen de describir a los madrileños working girls...

Madrid es una ciudad agotadora. Un tráfico absurdo, obras en cada esquina, bocinas y martillos neumáticos, y también los negocios con el resto de Europa, poblado de gente que no parece tener palabra en su lengua para designar la siesta. Madrid, por lo tanto, siempre le mata, pero le ofrece también hoy los medios para sobrevivir: tres restaurantes inusuales para gastrónomos cansados.

El primero se sitúa en el muy elegante barrio de Salamanca. Se llama el “Relajarium” y, más que un restaurante, es sobre todo un centro refinado, y elegante de relajación y de puesta en forma. Su director, Gabriel Arteche Gual, propone a los ejecutivos estresados del barrio una fórmula inédita: un almuerzo ligero, un masaje de un cuarto de hora y 25 minutos de siesta. No hay alta gastronomía al Relajarium, pero honestas ensaladas compuestas, una sopa del día, canapés, postres artesanales (natas, flanes, arroz con leche) y frutas. Lo necesario para recomponer al Madrileño de rodillas.

El lugar es un club zen y lujoso que ofrece a sus clientes masajes, un gimnasio, una sala de yoga, una estación de oxigenación y formidables “flotarium”, cuencas individuales llenas de una solución de 600 litros de agua caliente y de 300 kg de sales en las cuales se flota como en el Mar Muerto. Si tiene prisa, se puede almorzar en el salón de té del Relajarium, recibir un masaje y luego dormirse en una sala de descanso. Para eso, no se precisa ser miembro del club, ni gastar una fortuna. La moderada suma de 30 euros basta.

A veces el Madrileño, víctima de una videoconferencia con la filial de Frankfurt o la visita inesperada de un cliente noruego, incluso no tiene la libertad de almorzar a sus horas favoritas (nunca antes de 14 ó 15 horas) y aún de adormecerse para una tranquila digestión mientras Wall Street se despierta. Al final de este tipo de día, que se calificará aquí de “díafatal”, lo mejor es ir a cenar al Laydown, un restaurante situado no lejos de la Gran Vía. Allí se come tendido, como un Romano durante la decadencia del Imperio.

El Laydown, dirigido por un joven simpático, Pépé Fernández, es un lugar encantador, de tonalidades blancas ahogadas en una suave penumbra. Puede reunir más de un centenar de comensales que se quitan los zapatos, alcachofados sobre cojines, deliciosos arroces y pinchos de salmón. Pequeñas mesas, sobre las camas, permiten colocar los platos, los vasos de vino y una vela. Un DJ garantiza un ambiente lounge de buena calidad, y sobre las paredes blancas se proyectan imágenes mudas de ballets que dan al lugar una atmósfera mágica. La cena, sin las bebidas, cuesta 30 euros por persona los domingos y lunes, y 40 euros las otras noches.

Con todas estas historias de siesta, masajes, orgías romanas, reconocerán que se siente lleno de amor. Ningún problema: el Almeja Picante, muy cerca de Santa Ana, es el restaurante erótico que necesita. Aquí no hay descanso, pero sí relajación. El lugar es minúsculo y eminentemente simpático. El ambiente, para decir la verdad, es divertido más que erótico, más picaresco que excitante, gracias al humor y a la labia del anfitrión travestido que responde al nombre de Oneill. Pasando de la soprano al barítono, implica sus clientes – gente joven de juerga, familias chuscas, jóvenes novios y sus amigos para una despedida de soltero - en juegos un poco pícaros pero bastante inocentes. Todo el mundo se divierte, todo es agradable y de buen rollo, y el ambiente es muy español. Si su castellano está un poco oxidado, algunos chistes verdes se le escaparán seguramente, pero se divertirá a pesar de todo. La cena no es inolvidable, la repostería fálica con mucha nata y la cuenta un poco más alta que lo previsto si vuelve a pedir más bebidas. Cuentan con alrededor de 50 euros por persona, justificados más por el ambiente que por la gastronomía.

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Relajarium, 32, Calzo Claudio-Coello. Lunes a sábado de las 10 a las 22. Telf.: (0034) 915-776-588.
Laydown, 9, Plaza de los Mostenses. Abierto todas las noches. Telf.: (0034) 915-487-937.
La Almeja Picante, 11, Ventura de la Vega. Abierto jueves, viernes, sábado por la noche y vísperas de fiestas. Telf.: (0034) 913-691-816.

6 comentarios, opiniones, y cotilleo:

A 25/1/07 23:23 , Anonymous Anónimo dijo...

Trafico absurdo???? Yo mas bien diría trafico de locos xD. Las pocas veces que he bajado a Madrid me he preguntado como los madrileños no se han echado a las calles con antorchas y bolos de piedra, cual guerra medieval, a quemar los edificios de los organismos publicos... o algo así.

Leñe, que revolucionaria me he levantado hoy, aunque después de ver lo de Alcorcón... casi que mejor no doy mas ideas.

Bicos

rowane.blogsome.com

 
A 29/1/07 16:34 , Blogger Troy dijo...

¿En serio hay un sitio que se llama la "Almeja Picante"?
¿Es algo así como "La Ostra Azul" de Loca Academia de Policía?

(Por cierto, que me he enterado que hemos sido vecinos)

 
A 29/1/07 17:20 , Blogger Vinou dijo...

Rowane: pues sí, revolucionaria! Y que corten la cabeza a los curas y a los nobles ;-)

Troy: en Menendez Pelayo?

 
A 30/1/07 13:42 , Blogger Fer dijo...

Listo! Anotado los tres sitios para futuras incursiones gastronómicas...

 
A 31/1/07 13:38 , Blogger Troy dijo...

No... en París...

 
A 31/1/07 14:10 , Blogger Vinou dijo...

Ya, pero como pasaste de nosotros...

 

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