lunes, junio 12, 2006

La cabeza en el culo

Como se dice en francés: tengo la cabeza en el culo… Hemos pasado un fin de bastante movido y bajo el signo del alcohol. Como un poquito de Madrid en París. Y ahora aquí estoy en el trabajo, con esta hacha en la frente, intentando aclararme las ideas para dejar unas frases que sean comprensibles para todos.

El viernes se invitó a casa el profe de kung-fu bajo pretexto de “hacer una reunión sobre el sitio web del club” (puesto que somos nosotros los webmasters). Justo un poquito antes que saliera del trabajo, me llamó para anunciar que había invitado también a L. y C., los 2 jovencitos de 18 añitos que no me cansaré en describir aquí, pero que sepáis que todos nuestros amigos aquí ya nos han oído hablar una vez (como mínimo) de lo guapos y sexy que son. Bué, hasta ellos lo saben. Bien. Pues, la verdad es que con Robin sospechamos que el profe los invitó a propósito porque sabe que nos gustan. No, no está intentando organizar orgías entre sus alumnos, pero digamos que últimamente tiene ciertos detalles para nosotros porque hemos estado a punto de dejar el club y el no quiere que nos vayamos (y no entraré aquí más en la historia, que no tiene nada jugoso ni es muy interesante). Y entre él y nosotros, desde que los jovencitos han llegado al club, es como una broma escondida que tenemos que él sabe perfectamente que los encontramos de la muerte, y le divierte jugar con nuestros nervios, porque sabe perfectamente que puede tener confianza y que se quedará una broma.

Pues eso. Que vino con los nenes en una mano, y botellas de buen vino y champagne en la otra. Menos mal que seamos chicos muy apañados. Conseguimos preparar comida para un batallón (es que a esta edad, se come mucho): Robin hizo (a mano sísí, hasta la masa) no sé cuántas pizzas (ya no me acuerdo, perdí rastro del número cuando perdí también consciencia del número de botellas).

Sólo me acuerdo que en un momento dado, Robin quizo enseñar a C. un movimiento para aliviarle dolores de espalda, que implica tener al otro en brazo y muy apretado. Y en este momento se acordó que no llevaba ropa interior bajo su pantalón ligerito. Lo vi echarse para atrás todo rojo, diciendo que ya estaba pero C. (¿inconsciente o cabroncete?) le dijo que a él le tocaba hacerlo a Robin ahora, y yo vi a mi amorcete sudando, completamente rojo y luchando para no empalmarse. Jajaja!

Al final tuve que echarlos fuera a las 4 y media de la mañana. Consta que no conseguimos levantarnos para ir a la clase de kung-fu de las 12 el sábado :-)

Sobre las 3, una vez aclarada un poquito la resaca, quedamos con JL y D., un amigo suyo de Madrid que ha venido a verlo para el fin de. Hicimos una rutita hasta el Marais, a tomar cafés frappés en un nuevo bar chic de mariconas fashion adolescentes, y luego a pasear por allí. Los dejamos para hacer compras para el picnic que teníamos a las 8.

El picnic lo organizaban una pandilla de italianos que conocemos por Casimiro, que en su turno conocemos por Patita y Patito… Ya eran un buen grupo, en el césped debajo del Instituto del Mundo Arabe, en la orilla del Sena, detrás de Notre-Dame. Había muchos otros grupos también alrededor y ambientillo muy bueno, muy botellón en Chueca antes de la ley (“aunque más fino”, como dice JL…) Nos enrollamos con M. y E., 2 amigas catalanas de Casimiro, las 2 de Girona e intenté resucitar mi catalán. Muy buen rollo tuvimos (ayudados por una gran variedad de vinos tintos del suroeste de Francia), y hasta quedamos en hacer intercambios lingüísticos francés-catalán. ¡Sip!

Sobre las tantas, como el grupo ya empezaba a esclarecerse, los que quedábamos con ánimos seguimos todos a Casimiro que había quedado con un chico sevillano en el Amnesia, un bar de maricones finos (me gusta mucho la expresión, creo que la vais a leer muy a menudo). Allí conseguimos hacer venir a JL. y D. Después de unas cervezas bajamos con ellos al sótano del bar, que no es un cuarto oscuro pero un mini discobar, donde seguimos bebiendo con un fondo sonoro de música hortera francesa entrecortada de madonerías. JL, que es un chico “muy sociable”, como el mismo dice, consiguió hacerse amigo con un par de hermanas portuguesas, que vete a saber por qué, salían por mariconlandia. También se hizo amigo con varias personas en la sala.

Cuando finalmente nos echaron fuera porque cerraban el bar, unos de los nuevos amigos de JL nos citaron en el CUD, otro bar que no conocíamos. Mucho más cutre. Tan cutre que estábamos convencidos que se trataba de uno de estos bares que sólo son pretextos para cuartos oscuros gigantes, y por eso no nos atrevíamos a ir a la planta baja. Pero JL, que es un chico con el sentido de la investigación, sí que bajó y volvió para decirnos que debajo era un discobar grande, en cuevas de piedra tipo medievales, así que bajamos.

Luego no puedo contar muy bien cronológicamente. Más cervezas, y aún más cuando JL ligó al camarero que le regaló bebidas para todos nosotros. Mucho humo. Mucho ruido. Muchos españoles, que son más numerosos en París que las langostas en Etiopia. Irene, una gallega que nos demostró su DOC haciendo el pulpo. Una decisión de JL de atribuirnos “nombres de guerra” catalanes, para cuando volvamos a vivir a Barcelona: Robin ahora se llama Oriol, y yo Raimon… Nos presentó a todos los españoles que nos cruzamos bajo estos nombres, y todos se lo tragaron (lo que demuestra el nivel general de alcoholismo). Robin-Oriol burlándose de D. porque él quería volver a casa de JL. para dormir y poder levantarse temprano el domingo porque quería visitar mil cosas (primera vez en París). Finalmente, conseguimos salir de allí a las 6 de la mañana, y tuvimos que negociar con JL a quien acababan de invitar a una after en no sé que parque por allí.

Después de aclara otra resaca, el domingo quedamos otra vez con JL y D par hacer un recorrido del guiri en París: Belleville, el canal Saint-Martin, République (y su fabuloso fast-food indio que dejo a JL. y a D. con fuego en la boca y probablemente cagadera hoy!), Etienne Marcel, l’Horloge, la plaza des Victoires, Montorgueil y les Pasajes, la galerie Vivienne, el Palais Royal, la Comédie Française, el Louvre, el Pont des Arts, les quais, Notre-Dame… ¡Allí volvimos a encontrar a las portuguesas! Pero ya estabamos muertos, así que dejamos a los cuatro en un restaurante gay que hay por la zona, y volvimos a casa.

Agotados.

Pero contentísimos.

Y hoy es el cumple de D. así que los llevamos a cenar a un restaurante típico del suroeste (de las Landas). A ver si consiguen comer todo.

Y a ver cuándo nosotros consigamos descansar un rato :-)

2 comentarios, opiniones, y cotilleo:

A 13/6/06 02:11 , Blogger DeCa dijo...

quiero conocer a JL. el sociable YA!

Bueno... cuando vaya a veros! :) Sea cuando sea! :)

ME he MUERTO de la risa con la escena estiramiento de espalda. ji ji! POBRECITO mi niño! (Me lo he imaginado rojo rojo como cuando se quema al sol!)

 
A 13/6/06 09:30 , Blogger Vinou dijo...

Es que, como nos explicó JL anoche, él es muy tímido, pero un porrito y 2 téquilas le hacen maravillas. Pero insiste en que no es alcoholico: es sociable Jajaja

Pobre Robin, sí. Y no es la primera vez que le pasa algo así en el kung-fu. Lo que más me gusta es que en estos casos intenta conservar su dignidad y su semblanza de viejo chismoso, pero está más sonrojado que una doncella :-)

 

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