Go West
¡Nos confirmaron el viaje a las Antillas anteayer! Más precisamente, se trata del archipiélago de las Islas Santas, a 10 km al sur de la Guadalupe. Dicen que se trata de la tercera baya más hermosa del mundo (me pregunto cuáles son las dos primeras). Hay sólo 3000 habitantes en las 9 islas, son mayoritariamente descendientes de bretones franceses, lo que hace que su aspecto general es de gente más bien baja, rubia, de ojos claros, pero con la piel tirando a morena debida a la sangre negra de los esclavos. Guapos deben ser, digo yo.
Si queréis llevaros un disgusto, os aconsejo ir a ver el sitio web del centro adonde vamos.
Estos dos últimos días, los hemos pasado buscando las cosas que nos hacían falta para el viaje: máscaras con tuba y palmas, protección solar, crema para después del sol, crema antimosquitos, aparato antimosquitos para poner en la habitación durante la noche, zapatos especiales para deportes marítimos…
¡Lo único que todavía no hemos encontrado son las chanclas! Es que en pleno invierno, no hay manera de encontrarlas. Hoy, en mi búsqueda, he dado una vuelta en Zara. No había chanclas pero me ha dado la oportunidad de mirar a los clientes. Hace muchísimo tiempo que no había puesto los pies en un Zara en Francia, por eso me sentía un poco como un etnólogo en Nueva Guinea. La conclusión de mi (rápida) observación es que los clientes autóctonos de Zara por aquí son jóvenes moros de las afueras que quieren dar la impresión que pertenecen a una categoría social más alta, y que intentan imitar a los ejecutivos de verdad que tan numerosos son en esta zona. Entonces compran en Zara, las piezas más estrechas y parecidas (desde lejos) a D&G. El resultado es que no se parecen a ejecutivos, sino a dependientes amariconados de Zara (¿pleonasmo?). Pero bueno, le ridículo no mata y lo importante es que la pasta fluía, ¿no?
La preparación del viaje se hace aún más complicada, porque este fin de vienen mis padres a pasar 2 días a casa para descubrir nuestro nuevo piso. Y para que sea aguantable, tenemos que mantenerlos ocupados todo el tiempo, como a los enanos. Ya reservé billetes de teatro, una cena en un restaurante… Tenemos una agenda bastante apretada, ¿cómo haremos para comprar las chanclas?
Las maletas las haremos el domingo por la noche. El lunes a las 6, ¡salimos para la aventura! ¡Síííííííííííííííííííííííííííí señor!
Si queréis llevaros un disgusto, os aconsejo ir a ver el sitio web del centro adonde vamos.
Estos dos últimos días, los hemos pasado buscando las cosas que nos hacían falta para el viaje: máscaras con tuba y palmas, protección solar, crema para después del sol, crema antimosquitos, aparato antimosquitos para poner en la habitación durante la noche, zapatos especiales para deportes marítimos…
¡Lo único que todavía no hemos encontrado son las chanclas! Es que en pleno invierno, no hay manera de encontrarlas. Hoy, en mi búsqueda, he dado una vuelta en Zara. No había chanclas pero me ha dado la oportunidad de mirar a los clientes. Hace muchísimo tiempo que no había puesto los pies en un Zara en Francia, por eso me sentía un poco como un etnólogo en Nueva Guinea. La conclusión de mi (rápida) observación es que los clientes autóctonos de Zara por aquí son jóvenes moros de las afueras que quieren dar la impresión que pertenecen a una categoría social más alta, y que intentan imitar a los ejecutivos de verdad que tan numerosos son en esta zona. Entonces compran en Zara, las piezas más estrechas y parecidas (desde lejos) a D&G. El resultado es que no se parecen a ejecutivos, sino a dependientes amariconados de Zara (¿pleonasmo?). Pero bueno, le ridículo no mata y lo importante es que la pasta fluía, ¿no?
La preparación del viaje se hace aún más complicada, porque este fin de vienen mis padres a pasar 2 días a casa para descubrir nuestro nuevo piso. Y para que sea aguantable, tenemos que mantenerlos ocupados todo el tiempo, como a los enanos. Ya reservé billetes de teatro, una cena en un restaurante… Tenemos una agenda bastante apretada, ¿cómo haremos para comprar las chanclas?
Las maletas las haremos el domingo por la noche. El lunes a las 6, ¡salimos para la aventura! ¡Síííííííííííííííííííííííííííí señor!